Desde 2005, Alexander Neaman e Isabel González de la Facultad de Agronomía de la Católica de Valparaíso trabajan en conjunto con la Fundición Ventanas en la búsqueda de una metodología de “fitorremediación” de los terrenos afectados.


La minería del cobre es la actividad económica más importante en el país. Pero también es uno de los rubros que genera más residuos durante los procesos productivos, con el consiguiente impacto negativo en el ecosistema.
Según explican el profesor Alexander Neaman y la investigadora asociada Isabel González de la Facultad de Agronomía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, “estas actividades de extracción producen escorias y relaves, además de ácido sulfúrico, mientras, los proceso de fundición y refinación producen anhídrido sulfuroso y material particulado rico en metales, principalmente cobre”.



Por esta razón, los investigadores de la PUCV se encuentran trabajando desde el 2005 junto con la Fundición Ventanas en la búsqueda de una metodología de fitorremediación de los suelos impactados por sus emisiones, es decir, la utilización de diversas especies vegetales que permiten la descontaminación del suelo, de forma natural.


“La fitorremediación hace uso de plantas y es útil para contaminantes orgánicos y metales. Entre las ventajas se encuentran su bajo costo, la sencillez de su implementación, el hecho de que mejora las propiedades del suelo y la calidad del paisaje, al establecer una cobertura vegetal”, explicó Alexander Neaman, quien encabeza esta investigación que se realiza en Los Maitenes, a 3 kilómetros de la Fundición Ventanas.


Soluciones naturales: Estabilizar o absorber
De acuerdo a los investigadores, las técnicas de fitorremediación útiles para el tratamiento de metales son la fitoestabilización y la fitoextracción.

“La fitoestabilización utiliza plantas que inmovilizan los metales en el suelo, sin removerlos. Los mecanismos involucrados son la absorción o adsorción en las raíces. De esta forma, los contaminantes permanecen retenidos bajo la superficie del suelo, sin peligro de dispersarse con el viento o pasar a la cadena nutritiva”, detallaron los expertos de la PUCV.

En tanto, “la fitoextracción utiliza plantas tolerantes que además son capaces de absorber los metales desde el suelo y acumularlos en su biomasa aérea. Posteriormente, esta biomasa es cosechada, incinerada y tratada como residuo peligroso”.

De esta forma, luego de realizar varios ciclos de cultivo y cosecha, se logra disminuir la concentración total de los metales en el suelo.

Los expertos explican que en esta técnica son deseables especies que acumulen grandes cantidades de metales y produzcan una cantidad considerable de “biomasa aérea”. Las especies más deseables son las hiperacumuladoras capaces de acumular, en el caso del cobre, más de 1000 mg/kg.
Entre las plantas identificadas que poseen potencial para fitorremediación se destacan la flor de la oración (Oenothera affinis, acumula hasta 614 mg/kg de cobre), el romerillo (Baccharis linearis, acumula hasta 314 mg/kg de cobre) y el cardo santo (Argemone subfusiformis, acumula hasta 391 mg/kg de cobre).
Los investigadores concluyen que “la contaminación ambiental que hoy intentamos solucionar refleja la inexistencia de conciencia ambiental en el pasado. El país se desarrolló económicamente sin tomar precauciones sobre el daño que este desarrollo causaría en el futuro”.


“Esto nos muestra la egoísta y estrecha visión del ser humano. Es nuestro egoísmo lo que causó los actuales problemas ambientales. Es importante corregir el problema en su raíz. Al no hacerlo, se teme que ya sea demasiado tarde y muchos de los daños ambientales sean irreparables”, enfatizaron los expertos.

CAA-AGRO-PUCV-2009.